Maputo. Primer día

Primer día. Llegada

El vuelo desde Luanda (Angola) aterriza puntual en el aeropuerto internacional de Maputo. El aeropuerto, de reciente construcción, nada tiene que envidiar a cualquier terminal de Europa y, desde luego, sorprende al viajero. Tengo las primeras pistas de lo que después será una tónica general en mi viaje: el aeropuerto está lleno de placas chinas, a modo de firma del país asiático, y que se encargan de recordar quien construyó ese aeropuerto. La presencia china en el país (y, en general, en África) es constante. Los lugareños denominan a los chinos como los "nuevos colonos" del país. Supongo que razón no les falta, pero ese es otro tema...

Me dirijo rápidamente a mi alojamiento. Cruzo la ciudad en un destartalado taxi. Ruido, tráfico, personas carretando de todo por todos lados... pienso que no cogería un coche en esta ciudad ni loco. Percibo los grandes contrastes, infraviviendas frente a grandes rascacielos. Pero esto es África. Me resigno a que tiene que ser así. Y llego al primero de mis aciertos del viaje: la Guesthouse 1109 es un modesto alojamiento que cuenta con todos los servicios. La atención es maravillosa. Conozco a Nuno, su propietario. Me cuenta que hace años viajó a Mozambique y se enamoró del país. Dejó todo en su Aveiro natal y decidió montar el negocio en Maputo. Me dice que a pesar de las dificultades, trámites y burocracia del principio, ha merecido la pena. Coincido con él en que desde luego que sí, porque me he sentido en casa en todo momento. La limpieza, el personal y los desayunos son de primera.

Empieza a apretar el calor y yo me propongo también a comenzar a disfrutar ya de Maputo. Pero antes, decido darme un chapuzón en la piscina y mi primera toma de contacto con la 2M. Para quien lo sepa, es la cerveza mozambiqueña por excelencia, y aunque hay otras marcas, esta es la bebida que más se identifica con el país.

Después de un largo viaje, me relajo en la piscina del hotel con una cerveja bien fresca

Rápidamente me doy cuenta que tendré que cambiar de planes. En poco, empieza ya a anochecer. Anochece pronto en Mozambique. Así que mi primer día no podrá dar para mucho más. Aún así me propongo acercarme al Centro Cultural Franco-moçambicano para tomar una última cerveza y comer algo antes de retirarme a descansar. El Centro Cultural Franco-moçambicano está situado en un bello edificio colonial, inaugurado en 1995 sobre las ruinas del antiguo Hotel Clube, construido em 1896. Hoy en día, además de bar y restaurante, cuenta con una sala de exposiciones, sala de conciertos y varias tiendas de artesanos. Es uno de los lugares más animados de la capital. Y además de ser un punto de encuentro de expatriados, también lo es -y cada vez- de los jóvenes locales. A partir de esa noche volvería más veces. Pero, de momento, esa noche, tocaba ya descansar.

El CC Franco-moçambicano, al que volvería más veces, cuenta con una variada e importante actividad cultural